Vivimos en un mundo que cada vez funciona más rápido, una sociedad que nos distrae con muchos estímulos y necesidades externas. Siendo que como humanos, la satifaccion más grande que podemos tener: Es vivir conectados a nuestro corazón.

Por eso Mamá Cacao me cambio la vida. Fue la guía que me enseño a perdonar, la leona que lamió mis heridas, el manto de amor que necesitaba mi alma cada vez que me sentía sola. Fue la responsable de las amistades más hermosas que he hecho por el mundo, y la testigo de mis rituales más profundos para soltar y dejar ir, y para abrirme a una vida llena de amor.

Mi primera Ceremonia la hice en Chile y algo profundo se encendió en mi corazón. Fue como si mi Alma hubiese recordado que la naturaleza nos ofrece medicinas para aliviarnos el camino y endulzarnos las heridas.

Mi curiosidad y devoción por este ritual me llevo a México, la cuna del Cacao, donde me sumergí en las tierras Mayas para sanar, conectar y aprender a compartir esta medicina. Desde entonces, la mitad de mi maleta es Cacao y un par de tacitas, para que Mamá Cacao pueda entregarle mensajitos a cada corazón con el que me encuentre por mi camino